La
preocupación es un estado mental basado
en el temor. Funciona con lentitud, pero es persistente y sutil. Paso a
paso, «se abre camino» hasta que paraliza la propia facultad de razonamiento, destruye
la confianza en sí mismo y la iniciativa.
La
preocupación es una forma de temor sostenido, causado por la indecisión; en consecuencia, se trata de un estado
mental que es posible controlar. A la mayoría de los individuos le falta fuerza
de voluntad para tomar decisiones con prontitud, y mantenerlas con firmeza una
vez que las han tomado.
No
nos preocupamos por las condiciones cuando hemos tomado una decisión para seguir una determinada línea de acción. La
decisión también puede prevenir la aceptación de circunstancias no deseadas.
Recomendaciones:
ü
Suprima
el temor a la muerte, tomando la decisión
de aceptarla como un acontecimiento inevitable.
ü Elimine el temor a la
pobreza adoptando la decisión de
conseguir todas las riquezas que pueda acumular sin preocupación.
ü Venza el temor a la
crítica decidiendo no preocuparse
por lo que la gente piense, haga o diga.
ü Elimine el temor a la
vejez tomando la decisión de
aceptarla como una gran bendición que lleva consigo la sabiduría, el
autocontrol y la comprensión que no se conocen en la juventud.
ü Libérese del temor a
la enfermedad adoptando la decisión
de olvidarse de los síntomas.
ü
Domine
el temor a la pérdida del amor decidiendo
salir adelante sin amor, si eso llegara a ser necesario.
Mate la costumbre de
la preocupación, en todas sus formas, tomando la decisión general de que no hay
nada en la vida por lo que valga la pena preocuparse. Con esta decisión
alcanzará serenidad, paz mental y claridad de pensamiento, todo lo cual le
producirá felicidad.
Un
hombre cuya mente está llena de temor no sólo destruye sus propias posibilidades
de acción inteligente, sino que transmite estas vibraciones destructivas a las
mentes de todos aquellos que entran en contacto con él, y con eso también
destruye sus posibilidades.
La única cosa sobre
la que usted tiene control absoluto
Usted
dispone de un control absoluto sobre una única cosa: sus pensamientos.
Se
trata del hecho más significativo e inspirador de todos los conocidos por el
hombre. ¡Refleja la naturaleza divina
del hombre!
Esta afirmación
divina es el único medio de que usted dispone para controlar su destino. Si no
logra controlar su mente, puede estar seguro de que no logrará controlar nada
más.
¡Su mente es su
posesión espiritual!
Protéjala
y utilícela con todo el cuidado al que tendría derecho la realeza divina. Para
ese propósito se le dio la fuerza de voluntad.
Por desgracia, no
existe protección legal contra aquellos que, ya sea a propósito o por
ignorancia, envenenan las mentes de los demás mediante la sugestión negativa.
Esta forma de destrucción debería ser punible, y con duros castigos legales,
porque puede destruir, las oportunidades de la persona para adquirir cosas
materiales que están protegidas por la ley.
Hombres con mentes
negativas trataron de convencer a Thomas A. Edison de que no podría construir
una máquina que registrara y reprodujera la voz humana, «porque dijeron nunca
antes nadie ha producido una máquina igual». Edison no les creyó. Sabía que la
mente era capaz de producir cualquier cosa que pudiera concebir y creer, y ese
conocimiento fue lo que elevó al gran Edison por encima del rebaño común.
El
control mental es el resultado de la autodisciplina
y el hábito. O usted controla su mente, o ésta le controla a usted. No existen
términos medios.
El método más
práctico de todos para controlar la mente es el hábito de mantenerla ocupada con
un propósito definido, apoyado por un plan concreto.
Estudie
todo aquello que se sepa sobre cualquier hombre que haya alcanzado un éxito
notable, y observará que ese hombre tiene control sobre su propia mente, que
ejercita ese control y que lo dirige hacia la obtención de objetivos definidos.
Sin la existencia de ese control, el éxito no es posible.
Comentarios
Publicar un comentario