Hay
dos clases de conocimiento. Uno es el conocimiento general; el otro, el
especializado.
El
conocimiento general, con
independencia de lo vasto y variado que pueda ser, no resulta muy útil en la acumulación de dinero.
Las
facultades de las grandes universidades poseen, en conjunto, casi todas las
formas del conocimiento general al alcance de la civilización. La mayoría de
los profesores no tienen mucho dinero. Se especializan en enseñar el
conocimiento, pero no se especializan en la organización de ese conocimiento ni
en su empleo.
El conocimiento es
sólo poder en potencia. Únicamente se convierte en poder si está organizado en
planes definidos de acción y dirigido hacia un objetivo determinado.
Un
hombre educado no es, necesariamente, alguien que tiene abundancia de
conocimientos generales o especializados. Un hombre educado es el que ha cultivado las facultades en su mente,
de tal manera que puede adquirir
cualquier cosa que se proponga.
El
conocimiento especializado
Durante
la Primera Guerra Mundial, un periódico de Chicago publicó ciertos editoriales
en los que, entre otras cosas afirmaba que Henry Ford era un ignorante.
Ante
lo cual Ford contestó:
“Para qué necesito
llenarme la cabeza con conocimientos generales, con el fin de contestar
preguntas, cuando dispongo de hombres a mi alrededor que pueden proporcionarme
cualquier conocimiento que les pida.”
Cualquier
hombre es educado si sabe dónde adquirir el conocimiento cuando
lo necesita, y cómo organizar ese conocimiento en planes definidos de acción.
Mediante
la asistencia de sus «equipos de trabajo», Henry Ford tenía a su alcance todo
el conocimiento que necesitó para convertirse en uno de los hombres más ricos
de Estados Unidos. No era esencial que tuviese esos conocimientos en la mente.
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