A un metro del oro


Una de las causas más comunes del fracaso es el hábito de abandonar cuando uno se ve preso de una frustración temporal. Todos son culpables de este error en un momento u otro.

Antes de que el éxito aparezca en la vida de cualquier hombre, es seguro que éste se encontrará con muchas frustraciones temporales, y tal vez con algún fracaso.
Cuando la frustración se adueña del hombre, lo más fácil y más lógico que puede hacer es abandonar. Eso es lo que la mayoría de los hombres hace.

Más de 500 de los hombres más prósperos que han conocido los Estados Unidos han dicho que sus mayores éxitos surgieron un paso más allá del punto en que la frustración se había apoderado de ellos.

El fracaso es un embustero con un mordaz sentido de la ironía y la malicia. Se deleita en hacernos tropezar cuando el éxito está casi a nuestro alcance.

Todo lo que usted necesita es una buena idea

Una buena idea es todo lo que se necesita para alcanzar el éxito.
Importante sugerencia:

Cuando las riquezas empiezan a aparecer, lo hacen con tanta rapidez, y en tal abundancia, que uno se pregunta dónde habían estado escondidas durante todos esos años de necesidad.

Ésta es una afirmación sorprendente, y tanto más si tenemos en cuenta la creencia popular de que la riqueza premia sólo a quienes trabajan mucho durante mucho tiempo.

Cuando usted comience a pensar y a hacerse rico, observará que la riqueza empieza a partir de un estado mental, con un propósito definido, con poco trabajo duro, o sin ninguno. Usted, o cualquier otra persona, puede estar interesado en saber cómo adquirir ese estado mental que atraerá la riqueza.

Una de las mayores debilidades de la especie humana es la típica familiaridad del hombre con la palabra «imposible».

Debemos cambiar de enfoque: del fracaso al éxito.

Otra debilidad que se encuentra en conjunto en demasiadas personas es el hábito de medirlo todo, y a todos, por sus propias impresiones y creencias. Quienes lean esto creerán que jamás podrán pensar y hacerse ricos, porque sus hábitos de pensamiento se han empantanado en la pobreza, la miseria, los errores y el fracaso.

El «imposible» motor V8 de Ford
Cuando Henry Ford decidió fabricar su famoso motor V8, quiso construir un motor con los ocho cilindros alojados en un solo bloque, y dio instrucciones a sus ingenieros para que produjeran un prototipo del motor. El proyecto estaba ya volcado sobre el papel, pero los ingenieros acordaron que era de todo punto de vista imposible embutir ocho cilindros en un motor de un solo bloque. -Fabríquenlo de todas maneras -dijo Ford. -Pero ¡es imposible! -replicaron ellos. -Adelante -ordenó Ford-, y no dejen de trabajar hasta haberlo conseguido, no importa cuánto tiempo haga falta.
Los ingenieros pusieron manos a la obra. No tenían otra opción si querían seguir formando parte del equipo de Ford. Seis meses transcurrieron sin que obtuvieran resultados. Pasaron otros seis meses, y todavía no habían conseguido nada. Los ingenieros probaron todos los planes concebibles para llevar acabo el proyecto, pero aquello parecía incuestionable: ¡imposible!
Al cabo de un año, Ford se reunió con los ingenieros, que volvieron a informarle de que no habían hallado manera de cumplir sus órdenes. -Sigan con el trabajo -dijo Ford-, quiero ese motor, y lo tendré.
Continuaron haciendo pruebas, y entonces, como por arte de magia, el secreto quedó revelado.
¡La determinación de Ford había ganado una vez más!
Henry Ford tuvo éxito porque comprendió y aplicó los principios del éxito. Uno de ellos es el deseo; saber lo que uno quiere.

La Esperanza es desear que suceda, la Fe es creer que sucederá y la Valentía es hacer que suceda.

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